Kiseki: Dear to Me es una obra mayúscula. Una propuesta voraz que te arrastra hacia el final de una madriguera de la que no quieres escapar. Había visto a tanta gente hablar de ella, recomendarla haciendo comparativas con KinnPorsche por su temática relacionada con la mafia... Pero no, Kiseki no es KinnPorsche. KinnPorsche no podrá ser nunca Kiseki. Porque aunque KP tiene una química arrolladora entre varias de sus parejas, lo que Kiseki ha conseguido en mí no es ni mínimamente comparable.
Las actuaciones de Hsu Kai y Taro Lin son sobresalientes, perdí la cuenta de las veces que sentí que la montaña rusa de emociones me arrastraba y me hacía terminar llorando. Cada cliffhanger, cada momento específicamente elegido, el simbolismo, los dobles sentidos, el vestuario de Aidi.
Kiseki tiene todo para convertirse en uno de mis BLs preferidos de todos los tiempos y en uno de esos a los que vuelva cuando me vincule con alguien y quiera que comprenda partes de mi concepto de amor. De mi concepto de dedicación hacia los demás.
Ojalá el equipo de producción y el plantel de actores tenga siempre una almohada fresca en verano, una sombra en la que refugiarse y el ronroneo de un gato cuando se sientan ansioso. Porque no habrá forma de que yo les repague que esta obra haya llegado a mi vida.
Kiseki significa milagro. Así que ahora creo en los kiseki.