Completed
Stranger
1 people found this review helpful
Aug 27, 2019
16 of 16 episodes seen
Completed 1
Overall 10
Story 10
Acting/Cast 10
Music 10
Rewatch Value 10
This review may contain spoilers
Ya con leer la sinopsis sabemos que los elementos que forman la trama no necesariamente brillan por su originalidad. En ese aspecto, Stranger no ofrece absolutamente nada novedoso. Nada que no hayamos visto antes. Sin embargo, es la forma en la que plantean el conflicto y lo resuelven lo que logra equilibrar esa balanza donde se sostienen sus rebuscados elementos.

El punto fuerte de Stranger reside en su argumento lineal y en un arranque aparentemente sencillo. El primer episodio es también el que sirve de cimiento para todo lo demás. Una mera introducción discreta a personajes y escenarios que más adelante se agrandan en un atlas argumental más complejo. Y es que, de hecho, el asesinato que se comete aquí, se resuelve con una rapidez inusitada y sin una sola traba, lo cual me resultó bastante extraño (¿entonces qué era lo complicado en todo esto?). Tenemos el juicio final y una sentencia que se veía venir por inercia. Nada novedoso, nada sorprendente. Lo que parece ser un recurso reprobable y típico ante un asesino acobardado se convierte en el punto cumbre donde la ebullición de la corrupción gubernamental sale a flote. La duda base es planteada aquí en el espectador, ¿de verdad han sentenciado a una persona inocente? El suicidio de Kang Jin Seob en las frías celdas de la prisión junto con su carta póstuma se convirtió en un efecto mariposa que se extendería dos meses y haría caer en el proceso a figuras públicas de renombre en la sociedad coreana. Pero el caso del asesinato de Park Moo Sung no tendría la repercusión que tuvo si el fiscal Hwang Shi Mok hubiera estado fuera de escena en el momento más adecuado.

Hemos visto a muchísimos personajes como Hwang Shi Mok en el ámbito televisivo. Últimamente se puso de moda presentar a protagonistas así, sumamente inteligentes, superficialmente fríos y aparentemente protegidos de todo tipo de emociones que, si no fuera por su moralidad innata, fácilmente serían catalogados como sociópatas. Jamás se especifica qué tipo de trastorno mental desarrolló en la infancia. A grandes rasgos parecía tener una especie de hipersensibilidad sensorial, por lo que ciertos estímulos externos provocaban en él una reacción agresiva que fue tratada con una cirugía cerebral que le desconectó las emociones. Sin embargo, su inteligencia connatural quedó intacta.

El oponente más directo del fiscal Hwang es Seo Dong Jae, un colega suyo que trabaja en las mismas oficinas del Oeste de Seúl y que poseé todas las herramientas sociales y laborales que Shi Mok jamás podría tener. Sin embargo, estos también son sus puntos débiles. Eso, aunado a una altivez atípica que disfruta al regodearse de sus hazañas, dan como resultado una mediocridad estratégica que provoca recaídas constantes en su avance a lo largo de todo el drama.

La teniente Han Yeo Jin se nos presenta como una mujer única en el cuerpo policial de Seúl. Adicta a su profesión en cuerpo y alma; con un corazón de oro y una bondad natural que se le resbala por la cara. Un espíritu libre y terco, con un raciocinio intacto, una inteligencia portentosa y una dulzura que se contrapone de golpe a su placa y pistola; porque ante todo, ella está ahí para hacer cumplir y respetar la ley. No le tiembla el pulso para echarse a correr por las calles de la ciudad y mucho menos para sacarse las esposas persiguiendo a presuntos asesinos. No está hecha para matices medios ni justificaciones absurdas. Así se presenta ante Hwang Shi Mok y así es como él percibe su primera apariencia. Anda por la vida regalando dibujos a sus colegas y cuando no va por ahí combatiendo el crimen, igual le da asilo a una anciana a la que le acaban de matar al hijo o una cátedra sobre Astroboy y Derechos Humanos al colega novato en turno. Y todo le sale de maravilla; porque ella es así de perfecta.

De esa manera no dudé en pensar que Yeo Jin y Shi Mok en algún punto iban a reñir, al ser totalmente incompatibles y al utilizar métodos de trabajo tan dispares (ella apela más a la empatía con los involucrados y él al frío raciocinio). Salvo por su honestidad, amor a la verdad y curiosidad innata, ambos son polos opuestos condenados a diferir. Y sin embargo, se entienden. Y sin embargo, algo, no sé qué exactamente, hace un clic instantáneo al poco tiempo de conocerse. Resultó inesperado, por supuesto, porque estaba convencidisima que a él le iba a irritar la sociabilidad de ella y ella se hartaría de su aparente insensibilidad, pero de hecho, no tardaron en formar el vínculo más honesto y puro de toda la serie. No hubo entre ellos mentiras de por medio, ni giros inesperados, ni puñaladas por la espalda, ni decepciones a largo plazo, ni señalamientos infundados; ni siquiera discrepancias. Él jamás le recriminó su comportamiento; ella jamás intentó cambiar su esencia. Al contrario, supieron equilibrar la balanza de sus ideas para lograr un bien común y eso es digno de reconocerse.

A través de Yeo Jin vemos esos matices y microexpresiones de Shi Mok que de otra manera habríamos pasado de largo. Vemos la maravillosa evolución de un personaje extraordinario sólo a través de sus ojos. La indiferencia de él en sus primeros encuentros fue algo que causó cierto desconcierto en ella, pero a la cual consiguió adaptarse rápidamente. Al poco tiempo descubriría a través de la televisión que su peculiar infancia fue lo que forjó esa coraza extraña que lo convirtió en un individuo solitario y silencioso. Mientras el resto lo veía como un ser insensibles, psicótico y con fuertes rasgos antisociales, Yeo Jin se quedó con él para luchar contra todos y desde el mismo lado. No necesitó tanta astucia para percibir una melancolía extraña que ella encontró agradable. Ni tampoco tanta perspicacia para tachar su nombre de la lista de sospechosos. Le bastó con pasar una noche con él por las calles de la ciudad para darse cuenta del grado de devoción que Shi Mok le tiene a su profesión. Jamás lo vio ella como un robot preprogramado para hacer o actuar, sino como un individuo leal a sus convicciones y sobre todo, noble y puro en medio de un mar de colegas con muy poca vergüenza y menos cortesía.

Fue ella quien lo trató como un igual; poniéndose a su nivel para debatir ideas y compartir investigaciones. En ese insensato mundo de impunidad donde ambos se desenvuelven los cubrió siempre un manto de idealismo extraño de mutuo entendimiento que es donde siempre recayó la fortaleza misma de la serie. En esa amistad tan peculiar donde ella mira donde él no puede y donde él la orienta allí donde la emotividad de ella se lo impide. También es palpable el comportamiento tan diferente de Hwang Shi Mok cuando está con Yeo Jin. No se necesita mucho esfuerzo para darse cuenta de que su actitud es totalmente distinta que con cualquier otro individuo con el que lo vemos interactuar a lo largo de todo el drama. Es hermoso ser testigo de esa transformación tan peculiar, donde ese broquel moldeado con los años que ha utilizado sin descanso para protegerse del resto, se esfuma en un instante al estar ella a su lado. No, lo suyo no es trivial romanticismo, esta no es una serie que se preste para ello, y me agrada que hayan llevado hasta el final esta relación sin caer en clichés de por medio. Ellos están por encimas de todas esas cosas. Lo suyo es más una amistad genuina entre dos individuos cabales y sinceros que una relación apuntando hacia el enamoramiento- Y ahí donde están, donde los dejaron, están muy bien.

La manera de revelar a los presuntos involucrados en el asesinato de Park Moo Sung es una gozada total. Y precisamente ese estilo narrativo fue también lo que consiguió darle una profundidad mayor a la serie. Sabemos que Moo Sung fue asesinado por su declive como proveedor de todo tipo de mercadería turbia en el bajo mundo de la corrupción política. Además de eso, sabía demasiado de figuras poderosas dentro y fuera de la fiscalía y la policía. Era un peligro latente tenerlo vivo. En este acertijo turbulento donde todos parecen culpables de asesinato en primer grado y todos parecen tener también un motivo justificable para hacerlo, se desprenden tres figuras bases asentadas desde un inicio: el presidente del Grupo Hang Lee Yoon Bum, su única hija Lee Yun Jae y el esposo de esta ⚊jefe también de Shi Mok⚊ Lee Chang Joon.

Como espectadores nos presentan a presuntos autores intelectuales para después abrir paso a los posibles candidatos a cometer el primer crimen por aquellos que están muy por encima de la Ley. Junto a ellos, se escabullen como ánimas en pena, otros personajes ajenos al proscenio, y en la marcha es muy fácil descartarlos como cómplices porque no se ahonda más en sus vidas. Y es que, una de las claves en la narrativa de Secret Forest es que no hay cabida ni un minuto para el relleno argumental, si te presentan algo en la pantalla es porque tarde o temprano de algo te servirá saberlo. El único que logra evadir este molde es el secretario del director Lee y casualmente el responsable de la muerte de Eun Soo. Su culpabilidad recae por inercia al ver que fue él quien entró al departamento de Shi Mok para dejar aquel traje despedazado colgado de la pared. Aun así, la estrategia de aturdimiento que juegan con nosotros para responsabilizar al jefe de sección también merece su mérito. Llega un punto en el que uno no sabe si va por ahí estropeando la escena del crimen a propósito o es que de plano está en un shock traumático por ver cómo todo se le iba de las manos y de paso terminó asesinando a una persona inocente.

El último giro argumental, y el que yo considero mejor de todos, ha sido la redención de Lee Chang Joon en el capítulo final. Me ha parecido un personaje soberbio desde el principio. En series así siempre se juega con el pasado del villano para demostrarnos que en sus primeros años era un cordero bondadoso que con el paso del tiempo ⚊y conociendo el mundo en el que optó vivir⚊ se da cuenta de que para sobresalir debía dar la espalda a idealismos varios y dejar la ingenuidad a un lado. Chang Joon no difiere de todos ellos salvo por el detalle de que, al caer él, se encargaría de llevarse consigo a toda la mugre que le rodeaba en el proceso. Lo suyo fue una especie de guerra silenciosa, donde quedó justo en medio de dos bandos contrarios. Como pariente político de un empresario ponzoñoso, caer en las garras de lo impune o lo ilegal parecía un proceso de inercia, y por otro lado, el hecho de ser fiscal debía obligarlo a hacer prevalecer la justicia sobre todo lo demás. No se le puede negar el perdón a una persona que sacrificó su vida y su carrera para señalar con una espada a aquellos que lo orillaron a la perdición (y que de paso jodieron a todo el país) ¿no? Con su inmolación desde aquel edificio caerían también las intocables figuras de empresarios y funcionarios públicos. Y sin embargo, Shi Mok no ve todo monocromático, ni blanco ni negro, a pesar de que éste hombre fue su maestro y mentor. Lo señala también como criminal, cómplice, asesino, embaucador y monstruo. No se convence a sí mismo de ello sino que se lo dice directamente a los ciudadanos frente a las cámaras de televisión.

Y en el fondo Lee Chang Joon lo sabía. Sabía que al final convertirse en anti-héroe tendría sus pegas fuertes, por eso también, mucho tiempo antes, había visualizado su destino y no quería estar ahí para ver cómo todo se convertía en polvo. Su suicidio fue también su reconquista como ser humano. Su convicción al creer que hizo lo que pudo cuanto estuvo en sus manos. También consolidó la base firme que dejaría en la fiscalía después de su muerte. Fue algo astuto y cabal. Se fió de las únicas dos personas que serían incorruptas por principios y fe. Y no falló. A su modo, Shi Mok y su superior Kang Won Chul jamás se rebajaría al nivel que él tuvo, pues no había nada que los obligara a hacerlo. Ni lazos familiares con empresarios de renombre, ni ambición al dinero de por medio. Eran un par de almas nobles en las que podía confiar; y lo supo a base de tácticas y tentaciones que puso en sus caminos para hacerlos tropezar; para corroborar su temple e ideales. Fueron los únicos dos, entre todo aquel recinto de defensores de la Ley, que no sucumbieron ante sobornos y mentiras; mismos que de ser necesarios señalarian sin miedo a los cabecillas de corporaciones y cuerpos de justicia cuando saliera a flote tanta porquería.

Secret Forest se convierte por sí sola en la mejor serie coreana que he visto en la vida. La he puesto por encima de Signal sólo porque ésta ha dado un final cerrado y conclusivo. Deja vestigios de un final abierto, pero el caso principal se abrió y se cerró tal y como debía hacerlo. Es muy difícil encontrar dramas así; tan sencillos, rectos y muy cuidados a la vez, tanto estéticamente como en guión y dirección. Las actuaciones están en su punto y los personajes que interpretan, a la altura. Los giros de guión son una exquisitez que saboreas entre la emoción y la amargura, y no hay escena, episodio ni personaje que no esté planeado en la trama sin ningún motivo.

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Completed
Remember: War of the Son
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Aug 26, 2019
20 of 20 episodes seen
Completed 0
Overall 7.5
Story 7.5
Acting/Cast 9.0
Music 7.5
Rewatch Value 5.0
This review may contain spoilers
De entrada, el argumento es buenísimo: un joven con memoria eidética ve con impotencia cómo su padre es condenado a muerte por la violación y posterior asesinato de una chica. El problema aquí es que el señor no recuerda haber cometido el crimen a pesar de que casi todas las evidencias apuntan a su dirección. El asunto se complica al saber que el acusado lleva meses desarrollando síntomas inequívocos de Alzheimer.

Entiendo totalmente lo de la dualidad de mentes: el padre olvida mientras el hijo recuerda. Es simbólico y simbiótico; y mientras la mente de uno se desvanece sin reparo, la del otro se adapta al entorno y trata de materializar aquello que fue olvidado. Hasta ahí todo bien. Pero el asunto se desinfla al ver los pocos matices de los personajes; no me digan que eso no daba para más porque no se los creería. Algo falla en una producción cuando sólo son capaces de mostrar protagonistas o muy buenos o muy malos. Polos opuestos que de ninguna manera pueden colisionar unos con otros, o bien, actuar de una manera más diversa. Quizá Park Dong Ho (el abogado con trajes extravagantes) es el que más se preste a mostrarnos una personalidad a la altura que involucra un pasado de dudosa legalidad y unos métodos de trabajo que ponen a sudar a la justicia coreana, pero su balanza se guía más a base de buenos actos que acaparan todo los pecados que le carga la conciencia.

Pero Seo Jin Woo y su padre (del que he olvidado su nombre tanto como él ha olvidado su vida) son panes de dios remojados con café. Y ahí es donde empieza mi principal conflicto. El problema no es que sean buenos, gentiles e inocentes, sino que la vida los ha tratado con la punta del pie y que Precious Jones sufra como ellos; así de fuerte. La familia original era de cuatro integrantes: papá, mamá, Jin Woo y su hermanito mayor. El hermano y su mamá fallecieron en un accidente de autos años atrás donde papá y Jin Woo salieron muy heridos pero lograron recuperarse y vivir humildemente a su manera. Su padre se desempeñaba como personal de limpieza y él iba a la preparatoria con su memoria fotográfica y un futuro prometedor a la vista... hasta que sucedió el femicidio.

La abogacía en sí entraría como salvavidas tantos años después para salvar al hombre sin memoria de una condena aberrante e injusta, y para limpiar, aunque sea un poquito, la reputación tanto del padre como de su hijo ante una sociedad que los estigmatizó hasta un grado discriminatorio. De hecho, lo que más me golpeó la moral fue ver cómo Jin Woo se la pasa llorando todos los episodios; en serio, creo que puedo contar aquellos escasos momentos en los que no lloró o no puso la cara haciendo un puchero. No es que el chico sea un debilucho, sino que la pasa fatal en todo momento. El padre por lo menos no es capaz de retener recuerdos por mucho tiempo, pero en el caso de él es distinto, y eso lo jode en cada escena.

Llegué a un punto en que todo me pareció tan absurdo y telenovelero que cada vez que le pasaba algo fatal al pobre chico en lugar de llorar con él me reía. Y mucho. Y comencé a sentirme muy mal al respecto, porque en el fondo empaticé con él, y también con Lee In Ah, la chica que estuvo a su lado desde el principio aunque en cuestión sentimental todo se quedó muy por encimita antes de que la mente del chico lo traicionara. Para ser sincera —y un poco amargada— el asunto mejora un poco conforme la trama se acerca al arco final y los recuerdos perdidos le impide soltarse a llorar a lágrima viva pasando la estafeta a los otros que atestiguan el avance de la enfermedad.

El final es abierto, y de verdad lo agradezco, porque es lo mejor que podían hacer. Si lo que Jin Woo tiene es Alzheimer de aparición temprana el progreso del mal es rápido y el pronóstico a largo plazo es la muerte, tal cual. Por ese motivo se alejó de sus compañeros y de In Ah, quizá para que esta no atestiguara, ya no su pérdida de memoria o la conciencia de sí mismo, sino el camino que lo conduciría al ocaso de su vida.

Ni siquiera sé si adentrarme a los demás personajes porque de sobra está que ellos dos fueron los que más me entristecieron. El abogado Park Dong Ho fue el mejor de todo, con su turbio pasado, el fantasma de su padre que carga en la conciencia y esa reputación intachable que se le resbala entre la mirada soberbia y la arrogancia de saberse inteligente. Y Nam Gyu Man, como el villano mirrey que sabe salirse con la suya al lado de sus matones también merece mención especial. Apenas apareció en pantalla por primera vez y lo odié.

En conclusión: vale la pena para verlo una vez y juzgarlo, es una buena historia a pesar de los defectos, y si les gusta el melodrama en su máxima expresión, con lagrimones asegurados desde el primer episodio ésta es una serie que les vendría bien. No es un drama que haya odiado, pues tuvo muchos momentos buenos, pero la manera en que los personajes que más sufrían rebosaban una bondad ridícula fue lo que anuló la credulidad en la trama.

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Completed
Pinocchio
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Aug 26, 2019
20 of 20 episodes seen
Completed 0
Overall 8.0
Story 8.5
Acting/Cast 8.5
Music 8.0
Rewatch Value 8.0
Está de más decir que el papelazo de esta obra recae de manera estupenda en la actriz Jin Kyung, a la que ya había visto en It’s ok, that’s love, pero aquí, en la caracterización de la frívola periodista Song Cha Ok, se lleva las palmas y los azotes por igual. Es una reina de hielo hecha y derecha; la odias al primer minuto que aparece y la vomitas en la siguiente escena con un desprecio inimaginable. Me ha hecho enfurecer, derramar bilis, golpear el escritorio, escupir a la pantalla y hasta llorar de impotencia por todas las porquerías que se trae entre manos. Pero así como la detestaba también me picaba la curiosidad por saber el motivo de su actitud: siempre hay un creador detrás de un monstruo ¿no? Y aunque sus motivos tardaron en salir a flote cuando lo hicieron no dejaron de resultar irónicos y tristes.

La ironía viene de parte de su hija In Ha, que nació con el Síndrome de Pinocho, por lo que cualquier mentira es sucedida por un ataque de hipo que no se detiene hasta que dice la verdad. Ya como aspirante a periodista aquello tiene una pinta imposible, sin embargo, la chica no se deja doblegar por nada, ni siquiera cuando la moral se le cae hasta el suelo al darse cuenta que su madre, la presentadora, la mujer profesional detrás del televisor, es en realidad una mujer soberbia y egoísta, ciega ante las injusticias que comete con su trabajo, utilizado como arma disparada de manera letal. In Ha, criada con su padre y abuelo en un pueblo remoto después del divorcio, creció teniendo otra imagen de su madre: la de una mujer entregada a su profesión, con un espíritu crítico que le había otorgado el estatus que portaba con orgullo, una imagen pública a la que ella inocentemente quería aspirar. El mundo se le cae a pedazos al darse cuenta de la otra realidad, sin imaginar que hay más horrores enterrados en la conciencia de la señora que cuando salen a flote terminarán por hacer añicos su existencia. Ella es inocente y atrevida, ingenua de pura cepa y con una terquedad que le acarrea más de algún problema, pero también es fiel a su familia, y su persistencia se debate siempre entre su futuro y el cariño que le tiene a su padre, quien no la quiere ver convertida en una fría imagen frente a las cámaras como a su ex-esposa.

En contraparte tenemos a Choi Dal Po (su nombre real es Ki Ha Myung), el niño huérfano que llegó del mar y al que el abuelo de In Ha rescató y adoptó pensando que era el hijo muerto que había perdido treinta años atrás en esas mismas aguas. Siendo más pequeño la familia de Ha Myung se vio involucrada en un juicio mediático por una tragedia ocurrida en la ciudad donde vivían, al paso del tiempo y ante la constante presión de los medios de comunicación su hermano mayor desapareció una noche y su madre se quitó la vida lanzándose al mar junto con el pequeño Ha Myung. Creció ocultando su identidad incluso ante el anciano que le salvó por miedo a que los horrores que había dejado atrás volviera como fieras a carcomerle por dentro. Al paso de los años decide aspirar a un puesto de periodismo para una televisora nacional y profundizar más en el caso que acabó con la vida de sus padres y en la desaparición de su hermano. No se le puede juzgar de egoísta, aunque la carga que lleva en sus espaldas a veces le ciegue tanto que le resulta imposible ver la vida de los demás con mayor claridad. El asunto se complica cuando In Ha descubre que su madre, la periodista Song Cha Ok, fue la responsable de las calumnias que padecieron él y sus familiares.

Pero así como brilla la villana y sus protagonistas principales también lo hacen los secundarios sin pedirle nada a nadie. El escenario se debate entre dos bandos enemigos de audiencia: por un lado el área de noticias de la ambiciosa cadena MSC y cruzando la calle la modestia informática de YGN; y en el paquete vienen incluidos sus presidentes, capitanes y reporteros que poseen las más variopintas personalidades enriqueciendo la historia de manera maravillosa. Tenemos al niño mimado nacido en cuna de oro; al reservado capitán cuya conciencia en el pasado no lo deja en paz; a la chica que aspira más allá de sus propias ambiciones, que admira y se asusta ante sus superiores por igual; al simpático gordito que fuma la pipa de la paz con todo el mundo; al veterano reportero que acumula tantas frustraciones; al flexible presidente que absorbe todo lo bueno de los novatos, etc. Todos están estupendos.

Es un drama muy recomendado y entretenido, personalmente me ha gustado esa fricción-amistad que se entabla en el mundo de periodismo donde, son lo mismo rivales que colegas, de diferentes empresas pero compartiendo por lo bajo información y técnicas de investigación. El compañerismo y la camaradería así como las terquedades de cada bando se ven reflejadas desde las cenas donde tienen que compartir espacio en los mismos restaurantes así como en las salas de prensa de estaciones policiales e informativas.

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Mr. Sunshine
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Aug 26, 2019
24 of 24 episodes seen
Completed 0
Overall 10
Story 10
Acting/Cast 10
Music 10
Rewatch Value 10
Es un drama precioso. Visualmente alucinante e históricamente delicadado por el arco en el que se sitúa. Viene a tocar fibras sensibles y eso siempre será motivo de discusión, porque la historia es así, violenta y mortal.

Sin embargo, dejando de lado La Armada de Honor (¡papelazo de rebeldía!), la serie se guía más como un relato ajeno a la guerra (no así a los que la vivieron). Hablada en tres idiomas distintos (coreano, japonés e inglés) y ubicada casi en su totalidad en el agonico Joseon de 1903, con cinco protagonistas cuyos pasados sólo ayudan ha rozar un poco sus extraños orígenes: Un niño esclavo convertido en infante de marina de Estados Unidos; una niña aristócrata que empuñó un arma extranjera para defender los ideales de sus padres muertos; una viuda japonesa que maneja un hotel occidental en pleno oriente; un espadachín renegado, hijo de pobres carniceros, que porta una katana para vengar a los suyos; y un niño mimado, nacido en cuna de oro, que nunca ha conocido el desamor, ni el dolor, ni la segregación de castas, ni la guerra, hasta que se topa con los otros cuatro colegas.

Eso, y un aluvión de personajes divergentes; tiranos y graciosos; nacionales y extranjeros; sirvientes y nobles. Todos metidos en un embrollo titánico de repercusiones históricas que mantiene ese trance perpetuo de obra perfecta montada en medio de un escenario caótico y real de esperanza y muerte.

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Completed
Misty
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Aug 26, 2019
16 of 16 episodes seen
Completed 0
Overall 9.0
Story 9.0
Acting/Cast 10
Music 9.5
Rewatch Value 8.0
Misty merece ser una trama desmenuzada con mesura, desglosada con respeto y apreciada por mero amor al arte televisivo (que existe; de verdad lo digo). Merece arrasar en premios y gozar del reconocimiento del público y del gremio.

El thriller, como género, requiere un esfuerzo demencial. Y sin embargo, cuando una mente astuta lo toma entre sus manos; cuando cae ante la mirada de un buen director; cuando los actores abarcan en sus ojos los aspectos tridimensionales de sus personajes; cuando los espectadores aprecian a conciencia lo que tienen frente a ellos, es cuando sucede la magia.

Partiendo de la incógnita de no saber quién mató al famoso golfista Kevin Lee, se desprende una trama que pone sobre el escenario a personalidades férreas y moralidades partidas, centradas mas que nada en Go Hye Ran, una de las periodistas más reputadas de la televisión coreana y titular del noticiero nocturno con mayor audiencia en la nación.

Mujer de poder; astuta, fría, calculadora y prodigiosa. Pero con una rectitud sincera que esconde bajo esa armadura oxidada que los años le han reforzado hasta parecen indestructible. Una heroína parida por la posmodernidad feminista que nos rodea en un mundo donde los hombres triunfan más por inercia que por equidad. Una mujer entera e independiente que contrasta con la actitud visceral en su propio hogar, donde su matrimonio se resquebraja en mil pedazos y su esposo —el ser humano más noble; abogado defensor de los débiles— se detiene a contemplar con impotencia cómo el mundo se está derrumbando ante los dos segundo a segundo desde hace años.

En este mapa de cuestionamientos policiales, fiscalías aberrantes, cadenas televisivas con aspirantes perfectos; con viudas resentidas y abogados honestos, es donde se levanta el tándem de esta serie. Cinematográficamente soberbia, musicalmente sublime. Atestada de dudas y sospechas que saltan una y otra vez a la pantalla mientras Knockin' on Heaven's Door de Bob Dylan retumba sin descanso desde los altavoces de un pasado bañado en sangre.

(Eso sí. El final es punto y aparte. Muy aparte. Es argumentalmente muy malo y sin fundamento).

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Completed
Love O2O
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Aug 26, 2019
30 of 30 episodes seen
Completed 0
Overall 7.5
Story 7.5
Acting/Cast 8.0
Music 7.5
Rewatch Value 8.0
Para ser sincera, a mi los personajes perfectos me producen urticaria. Me parecen irreales y monótonos; faltos de personalidad y de carisma.

A Love O2O no le dedicaré un post particular aquí porque, seamos sinceros, la perfección puede ser bastante aburrida de juzgar. Y Love O2O es así; perfecta, bonita, muy cuidada, con protagonistas ideales a los que no los despeina ni el viento y a los que la vida siempre les sonríe bien, y cuando lloran lo hacen con lágrimas contadas, casi artísticas.

Vamos, que básicamente es un producto que debes de ver sólo cuando quieras restaurar tu amor por la humanidad y fumarte un buen porro de censura de régimen oriental con actores esculpidos en mármol; con tramas sencillitas y honestas.

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Completed
It's Okay, That's Love
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Aug 26, 2019
16 of 16 episodes seen
Completed 0
Overall 10
Story 9.5
Acting/Cast 10
Music 10
Rewatch Value 10
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El comienzo es brutal: un tipo que a todas luces no está mentalmente estable es liberado después de pasar más de una década en prisión como condena por el supuesto asesinato de su padrastro. Lo primero que hace después de conseguir su libertad es presentarse, con lo que parece ser un brote psicótico, en la fiesta de cumpleaños de un joven DJ para clavarle un tenedor en repetidas ocasiones por la espalda ante la mirada estupefactas de decenas de personas que no asimilan lo bizarro de la escena. El herido incluso le sonríe al reconocerlo mientras se lamenta por la imprudencia del criminal. El agresor se llama Jang Jae Bum y el agredido Jang Jae Yul, son hermanos y ninguno de los dos está bien. Es importante saber esto porque más adelante nos servirá para entender de una manera mucho más amplia lo que las primeras impresiones nos muestran.

En un principio podríamos creer que Jang Jae Yul es el típico escritor popular con fama de mujeriego que deja tirada a un novia en cada cama y un millón de won en cada esquina. Tampoco es que estemos muy errados: su arrogancia se le resbala de la cara y su narcisismo le rebota del espejo. Pero detrás de esta fachada (porque eso es, una fachada bastante obvia), se esconde una trágica infancia que lo define ampliamente en su adultez —aunque él intente ocultarlo— afectando su vida diaria a niveles que muy pocas personas que le rodean comprenden. De hecho, el TOC que padece resulta ser lo más normal dentro de sus peculiaridades; porque, la verdad, éste sólo se limita a tener perfectamente ordenadas las toallas del sanitario, accionar el humidificador cuando entra a la habitación o la precisión de sus libros en las estanterías, y no es algo que influya de manera negativa en su rutina. Pero luego nos damos cuenta de aquello que termina por exponer una grieta en su cordura: Jae Yul es incapaz de dormir en ningun otro lado que no sea en un baño, o más concretamente, en la tina. Esto no tiene absolutamente nada que ver con ser obsesivo compulsivo sino de un problema mucho más complejo del que él quizá apenas tiene conciencia: el trastorno de estrés post-traumático (TEPT).

Como al principio parece que es algo que no se le va de las manos, nos convence a nosotros, como espectadores, de que tiene todo bajo control. Si a eso le agregamos su soberbia y altanería, nos pinta su personalidad con una egolatría descarada y pícara pero tremendamente carismática. Es imposible no empatizar con él desde un principio; quizá nos pique un poco la espina del recelo cuando en un principio le vemos con su novia o fruncimos el ceño al verlo regodearse de su popularidad en el talk-show donde fue invitado pero una vez que le vemos convivir con el jóven Han Kang Woo (un niño víctima de violencia doméstica que aspira a convertirse en escritor) nos convencemos que no puede ser tan caradura si aun tiene un poquito de bondad ahí dentro. Además, está el hecho de haber intercedido por su hermano criminal cuando estaba por dictarse la sentencia por la agresión sufrida durante su cumpleaños, aunque en un principio no intuimos el por qué. Sin embargo, el cenit de la serie en realidad llega con el diagnóstico de su esquizofrenia y su progresivo episodio psicótico-suicida, que resulta sumamente devastador tanto para nosotros como para los personajes que atestiguan su caída, empezando por Ji Hae Soo, nuestra otra protagonista, la misma que juró odiarlo desde la primera vez que lo tuvo enfrente y lo acompañó como fiera indomable durante sus días más bajos.

Si hay algo que Ji Hae Soo nos enseña apenas aparece en pantalla es que la ansiedad no necesariamente va de la mano de la timidez (como tampoco la asocialidad), porque, de hecho, Hae Soo es extrovertida, una mujer inteligente que tiene una personalidad testaruda y terca, pero que a pesar de eso siente una profunda comprensión hacia sus pacientes, quizá porque de manera subconsciente se reconoce como uno. Y es que la chica se siente incapaz de entablar una relación abierta con alguien. El problema de Hae Soo se remonta a una escena concreta que atestiguó en su infancia, cuando ella y su hermana mayor vieron cómo su madre se besuqueaba en el parque con el señor Kim, un hombre casado al que también le apetecía una aventura duradera cansado del agobio familiar.

El defecto de Hae Soo en el ámbito profesional se materializa con la poca tolerancia que siente hacia los familiares de sus pacientes; ahí es donde se le ponen los pelos como escarpia y la bilirrubina se le sale hasta por los poros. Le vemos ponerse al tú por tú con el homófobo hermano de un transexual y casi abofetear a la condescendiente madre de una jóven suicida. Y es que, si hay algo para lo que Hae Soo no tiene tiempo, es para lidiar con la ineptitud de la otra cara de la moneda: los parientes de los afectados (especialmente la figura materna). Pero lo que también le molesta es saberse incomprendida en su propio círculo familiar; tiene una hermana que piensa que el matrimonio está en los genes y una madre adúltera que ansía el día que su hija siente cabeza y se comprometa de una vez por todas para aliviar un poco la enorme deuda económica que carga en sus espaldas desde hace varios años. También está el cuñado alcahuete y un padre con un daño cerebral que le hace tener el raciocinio de un bebé. Hae Soo entró al arco de los treinta siendo una soltera renuente a contraer matrimonio, con un trastorno de ansiedad autodiagnosticado viviendo en una sociedad que no ve con un buenos ojos —ni dos milímetros de comprensión— ninguno de los dos casos.

El hogar compartido de Hae Soo es una combinación entre un Big Brother privado y Los locos Adams pero sin parentesco alguno. Además de ella, el lugar está habitado por el psiquiatra Jo Dong Min y por Park Soo Kwnag, un chico con el síndrome de Tourette que trabaja en el café instalado en el área inferior de la vivienda. El lugar pretende ser una especie de tierra neutra donde todos pueden vivir cómo se les dé la gana. Una isla utópica donde sus habitantes logran dejar atrás de la puerta toda las exigencias de la sociedad contemporánea y relajarse al ras de su pequeño paraíso personal. Podríamos creer que Jae Yeol viene a romper este frágil equilibrio donde interactúan armoniosamente sus habitantes, pero no podríamos estar más errados: la casa en realidad es una especie de anarquía sin sentido donde a veces el menos cuerdo de sus habitantes (el psiquiatra) berrea a la primera oportunidad que se le presente, el desgraciado de Soo Kwang llora a lágrima viva cuando tiene un ataque de tics al besar a un chica y Hae Soo amenaza con mudarse un día sí y el otro también cansada del agobio de su propio infierno. Jae Yeol sólo vino a remover el polvo; a ordenar las cosas, a cambiar las veladoras, a tomar agua mineral, a dormir en su baño privado y a cuestionar la salud mental de todos y cada uno de los groseros habitantes que se le paran enfrente sin pedirle permiso. El pretexto de él para instalarse allí ni siquiera tiene importancia (le están arreglando el penthouse), porque sin saber cuándo ni en qué momento queda integrado de manera perfecta a la fotografía, convirtiéndose en uno más de la manada que —aunque tardó lo suyo en adaptarse y le aplicaron la ley del hielo en una ocasión— termina por formar parte de la disfuncional familia sin que el proceso nos parezca demasiado bizarro como para no terminar de asimilarlo.

Han Kang Woo es un fantasma del pasado. Curiosamente capté su inexistencia desde el primer episodio, cuando se topa con Jael Yeol en el sanitario y su falta de interacción con el entorno me llevó a pensar casi por instinto que éste era un reflejo de él mismo en su juventud. Esa especie de hipnosis que parecía caerle encima cuando estaba frente a la persona que más admiraba era otra prueba de ello. La mente de Jael Yeol utiliza a este niño para reflejar esos fallos del pasado que se acumulan sin piedad y le roban la cordura. Las apariciones del chico se convierten más peligrosas conforme los síntomas de él empeora y terminan por tornarse tenebrosas cuando su conciencia se difumina hasta alcanzar un grado de peligro latente (ahora es él quien toma un auto y pone entre la vida y la muerte a otras personas) y ya no puede liberarse de él; incluso le vemos en su habitación, sentado en el escritorio, mientras Hae Soo también está con él. El día de la liberación, el día que él lo deja ir y se despide dándole unos zapatos nuevos (de hecho, cuando me di cuenta del asunto de los zapatos se me partió el alma, el corazón y las ganas de vivir) es cuando por fin Jael Yeol ve la luz al final de camino, no sólo acepta su problema mental sino también sus limitación, y Hae Soo está ahí para apoyarlo, para darle una comprensión desmedida y un soporte firme al que aferrarse ante su propia debilidad. Es una escena preciosa y cargada de tantas emociones que termina por derretirse el alma.

Las parejas secundarias tampoco se quedan atrás: Por un lado tenemos a Lee Young Jin y Jo Dong Min, que fungen como los veteranos por excelencia y, por otro lado, Park Soo Kwang y Ahn So Nyuh equilibran la balanza con su juventud e inexperiencia. Tanto Young Jin como Dong Min nos muestran con sabiduría el saberse mayores en una sociedad que les dejó atrás sin reparar en sus sentimientos. El mayor defecto de ellos fue haber callado justo cuando más tenían de qué hablar. El tiempo pasó, ambos crecieron profesionalmente, siguieron con sus vidas y después de tantos años los sentimientos del pasado se conglomeran frente a ellos como un arrebato de rebeldía ante todo eso que tanto se esforzaban por ocultar tras sus propias inseguridades. Algo que me ha gustado muchísimo es que su relación se quede ahí, en mera y franca amistad, porque mirándolo con detenimiento era algo, no sólo lógico, sino ético. Dong Min tenía una familia formada y tampoco es que le apeteciera desequilibrar la armonía de ella a base de deslices amoroso con su ex-esposa. Incluso el rechazo de darse un abrazo cobra sentido cuando analizamos ese vínculo tan peculiar que desarrollaron entre ellos, con una confianza y un respeto inigualables. Soo Kwang y So Nyuh son muy distintos, incluso podríamos asegurar que no mantienen ni siquiera una pizca de gustos en común, pero a lo largo de todo el drama les vemos luchando por vencer sus debilidades anteponiendo su relación a sus temores y defectos personales. Soo Kwang carga con la culpa de ser un hijo que no ha podido llenar las expectativas de su padre, un hombre exigente, que no duda en catalogarlo de retrasado mental cuando le ve con síntomas del síndrome de Tourette. Insensible, distante y ufano, le echa en cara cuanta cosa le pase por la cabeza y lo humilla desde la intolerancia que le propicia su propia ignorancia. El papá de Ahn So Nyuh es todo lo contrario a éste, de actitud sumisa y recolector de basura encontró la manera de sacar a su hija adelante, no sin que su pasividad le otorgara a la chica una hipocresía rancia y malagradecida. Ciega por completo al sacrificio de su progenitor y huérfana de madre, abandonó la escuela sólo para cargar con el uniforme colegial a todas horas y a todos lados, liándose primero con un chico que muy poco le importaba su bienestar mientras ésta estuviera contenta. Soo Kwang aprende a aceptar sus limitaciones y también le da una buena zarandeada mental para que aprenda que la gratitud no es una prenda de vestir o un calzado bonito. Ella, por su parte, con su actitud aniñada y la hiperactividad a toda marcha, comienza a entender sobre la paciencia y la comprensión; a saber cómo calmar los tics de él y detener una crisis poco antes de que ocurra. Tienen un crecimiento personal tan marcado desde el principio que conmigo resultó primero en una indiferencia total hasta que finalmente caí rendida a sus imperfecciones.

Más que un drama recomendado es un drama necesario. Me gustaría toparme con éste subgénero más a menudo por lo que mencioné al principio: vivimos en un mundo donde las enfermedades mentales están repletas de mitos e ideas erróneas de parte del público en general, y quienes los viven en carne propia acarrean con el estigma de la ignorancia, lo que a la larga traer repercusiones negativas para su vida y terminan por agravar el problema. No creo que sea la manera definitiva para combatir en sí ese tabú existente (porque al final la ficción seguirá siendo ficción) pero sí para despertar la curiosidad de los televidentes, para impulsarlos de manera desinteresada a saber más sobre el tema o ha sentir un poco de empatía hacia quienes padecen estos problemas. ¡Más series como éstas, por favor!

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Completed
Introverted Boss
0 people found this review helpful
Aug 26, 2019
16 of 16 episodes seen
Completed 0
Overall 9.0
Story 9.0
Acting/Cast 9.5
Music 8.5
Rewatch Value 10
Ni los clips promocionales ni los pósters coloridos hicieron que me atreviera a ver la serie Introverted Boss cuando aún estaba en emisión. Me daba la sensación de que apuntaba a ser una comedia romántica de manual. Hasta tuve el leve temor de que se mofaran de forma despectiva de aquellos que tenemos tantas dificultades para socializar. Sin embargo, no podía estar más equivocada. Si la serie brilla en rebeldía es gracias a la protagonista y su espontánea extroversión, y si se embriaga con matices grises es porque entra en escena el otro personaje estelar: un chico tímido, dueño de un corporativo de relaciones públicas (por herencia, más que por amor al prestigio), que sufre de un trastorno de ansiedad desde pequeño que lo tiene sumido en un estado permanente de estrés.

Siempre vestido de negro (para no resaltar entre la gente) y el gorro de la sudadera puesto sobre su cabeza (para protegerse del mundo), con una ansiedad anticipatoria que lo ahoga con descaro, una incapacidad para mantener contacto visual y ciertas situaciones que terminan por retumbar a sus pies y sacudir los cimientos donde levemente se sostiene su cordura. No podría identificarme mejor con algún otro personaje que haya conocido antes. Más de una vez tuve que detener el episodio para poder distanciarme de las sensaciones que superaban al joven y amenazaban con desembocar un ataque de pánico en mí (y en él, claro está). Pedazo de actuación, ¿eh? Introverted Boss vale la pena, más que por la trama en sí, por la adaptación tan soberbia que hace de las enfermedades mentales. El título se queda corto si tomamos en cuenta que el calvario que vive el chico no es timidez, ni mucho menos introversión, sino un trastorno de ansiedad crónico.

Más que la trama me he quedado por la personalidad del protagonista; porque es imposible no verme reflejada en él. Y porque los trastornos mentales, ya sea aquí o en Corea del Sur, siguen siendo un tabú tremendo que vale la pena continuar rompiendo hasta que hagan el ruido necesario para que los demás lo escuchen y comprendan, aunque nos duela tanto hacerlo.

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Completed
Good Doctor
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Aug 26, 2019
20 of 20 episodes seen
Completed 0
Overall 8.0
Story 8.0
Acting/Cast 9.5
Music 8.0
Rewatch Value 5.5

El autismo no es una enfermedad

Si hay algo que quizá nunca le podré perdonar a Good Doctor es que a lo largo de todo el drama se hablara del autismo como una enfermedad. (Ojo: un drama médico hablando del espectro autista como una enfermedad). No lo decía la sociedad sino los mismos médicos donde Park Shi Ohn se desenvolvía. No lo decían sus enemigos, sino también sus aliados. Y no fue sólo una vez sino varias veces. Eso me dejó de piedra. Hay un límite para la ficción y aquí era buena idea ponerlo.

El veterano doctor que también fungía como su tutor no debería ir por la vida diciendo que Shi Ohn "se aliviará". ¿Aliviarse de qué exactamente? No hay 'cura' para el autismo ni mucho menos para el mal llamado Síndrome del Savant, porque no hay ninguna enfermedad para curar. Este pequeñísimo dato, carecería de importancia si esto no fuera visto por cientos de miles de personas que van por ahí estigmatizando el autismo y quienes lo tienen.

Aun así, Good Doctor no es un drama malo. Flaquea, como sucede muchas veces, allá por la mitad. Las cosas se vuelven un tanto redundantes, porque la trama, en sí, no es compleja y carece de profundidad. Más allá de enseñarnos cómo este peculiar médico intenta con tenacidad y perseverancia mantenerse fiel a sus sueños, no hay mucho más para mostrar. Sin embargo, tampoco es aburrido.

Vale la pena de ver más que nada por el esfuerzo que hacen sus compañeros y superiores en aceptarlo tan y como es, a sabiendas de que será un proceso largo que necesitará grandes dosis de paciencia y otras tantas toneladas de tolerancia.

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Completed
Healer
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Aug 26, 2019
20 of 20 episodes seen
Completed 0
Overall 9.5
Story 9.0
Acting/Cast 9.5
Music 10
Rewatch Value 10
This review may contain spoilers
Para habar de la trama de Healer desde una perspectiva cronológica primero tendríamos que remontarnos a las frías noches de otoño de 1980, cuando un grupo de cinco jóvenes, ingenuos e idealistas, se paseaban por las calles de Seúl a bordo de un camión en cuyas entrañas se albergaba el equipo necesario para sostener una emisión de radio pirata dedicada a lanzar consignas y acusaciones contra las limitadas libertades que imperaba durante aquellos primeros meses de la dictadura. No mucho tiempo antes la sangre de estudiantes, obreros y civiles tiñeron de sangre el sudoeste del país asiático cuando la masacre de Gwangju demostró de lo que era capaz el despótico gobierno que Chun Doo-hwan instauró con puño de hierro después del golpe de estado donde se autoproclamó presidente de la república. Es en este panorama desolador donde surge la idea de expresar sus opiniones por medio de trasmisiones errantes, e incluso llegaron a publicar el primer número de una revista llamada Healer 힐러 para “sanar los problemas de la sociedad” que ellos mismos se encargaban de trasmitir, argumentando que ésta era la esencia misma del periodismo.

Kim Moon Shik fue el joven que más progresó dentro de este grupo de amigos, pero también fue el que más se alejó de los ideales que enarbolaban. Siendo un chico introvertido, más que participante de la radio pirata, era sólo oyente. Sus habilidades en el volante le permitieron ser el chófer oficial del ruidoso camión que les servía como cabina mientras eran perseguidos por la policía metropolitana a lo largo de las estrechas calles de la ciudad. Huérfano en aquellos años, quedó a cargo de su hermano pequeño Kim Moon Ho y heredó de su padre un viejo negocio de autos chatarra que servía como guarida vespertina para él y sus novatos compañeros. Con el paso de los años se convirtió en un importante empresario que subió tan rápido de escaños hasta alcanzar la presidencia de la cadena de noticias Jail, convirtiéndose también el personaje más complejo de toda la serie.

Choi Myung Hee era la única chica de los cinco. Alegre, servicial y bonita, Kim Moon Shik la llegó a amar en secreto, pero la joven ya había establecido una sólida unión con el colega de ambos Oh Gil Ahn, un muchacho jovial y cariñoso, con quien años después, ya dedicados al periodismo de manera profesional, contraerían matrimonio y se convertirían en los padres de una niña a la que llamaron Oh Ji An. Apenas un mes antes que ella había nacido Seo Jung Hoo el hijo de Seo Junk Suk, otro chico del grupo y el amigo más cercano de Oh Gil Ahn, con quien formó un dúo periodístico de renombre. El más castigado del equipo fue Ki Joong Jae, un chico rebelde, hiperactivo y bromista que retaba a confundir a los policías en aquellas memorables persecuciones en los tiempos del totalitarismo. Fue encarcelado por sus principios y condenado a 11 años de prisión bajo argumentos ridículos y refutables.

Las cosas se tornaron horribles en enero de 1992, cuando Oh Gil Ahn como reportero y Seo Jung Suk como fotógrafo, emprendieron una misión para destapar un importante caso de corrupción que involucraba a una constructora y a una misteriosa sociedad llamada Los Agricultores, conformado por hombre poderosos inmersos en los negocios y la política que se creían con el derecho de manipular su entorno a base de sobornos para el beneficio propio sin pensar en las consecuencias que tales actos podían infringir a la sociedad. El castigo por mirar donde no debían fue desastroso, pero la versión oficial de esos hechos fue más perversa todavía y perduró con el paso de los años: supuestamente Seo Junk Suk asesinó a Oh Gil Ahn durante una riña, de la cual fue testigo ocular Kim Moon Shik. Sin saber qué hacer y carcomido por la culpa Junk Suk se suicidó al poco tiempo de la muerte de su compañero. Mientras, la joven madre Choi Myung Hee y su hija sufrieron un misterioso suceso que acabó con la vida de la pequeña y dejó parapléjica a Myung Hee.

Tuvieron que pasar veinte años —y que alguien viniera a limpiar el polvo que había caído sobre el caso— para que los pedazos de aquellos extraños sucesos llegaran a las personas correctas y fueran cuestionados sin reparo.

He idealizado a Kim Moon Ho desde la primera vez que apareció en pantalla por salirse del guion y mantenerse fiel a los principios de su labor. Para ser un periodista de una cadena televisiva de renombre se supone que debe de saber que hay cosas que por apego al protocolo y a la visión general que la compañía debe mantener no se permiten hacer; pero no, el niño mimado de la empresa también conoce sus privilegios y el alcance que su imagen significa para la gente. Es extraño encontrar en estos días a un personaje que ejemplifique con honor la hazaña periodística en su estado más puro; ese que no se deje influenciar fácilmente por la pantomima mediática que rige nuestros días. El amor a la verdad debería ser un estandarte y superponerse a cualquier individuo que intente obstaculizarlo, Moon Ho lo sabe y defiende la realidad social aunque ello implique amonestaciones de parte de sus superiores. Esa necesidad intrínseca que tiene de poner todo en duda es una de sus mayores virtudes, pues al final es ésta peculiaridad lo que lo llevó a investigar el paradero de la pequeña Oh Ji An y destapar esa falsa porquería en la que su hermano volcó toda su existencia. Moon Ho es también la pieza central de la historia, la piedra angular de la que todo se desprende. Su participación es tan importante para la trama que por un momento pensé que los productores se cargarían al personaje a la primera oportunidad que tuvieran (aunque por suerte se antepuso el final cursi y perfecto contra el temible cliché televisivo de asesinarlo a balazos, o envenado). Además, algo que amé de manera absurda fue la relación tan desenfadada que mantenía con Kang Min Jae, la directora de noticias.

Ésta relación tan extraña como bonita habría resultado fabuloso que la hubieran explorado un poquito más para no dejarnos con el corazón en el cuello en esa última escena que no nos supo a nada, donde los dos compartían un café así muy a lo seco pero con miradas de viejos cómplices y sonrisas que les recordaron a otros tiempos. Porque Min Jae es de las pocas personas que le entiende. Quizá le exaspera un poquito su manía de pretender hacer todo a su manera y se convenza así misma de que el tipo está siendo cegado por la fama que le precede, pero muy en el fondo ella sabe que tal cosa no es verdad. Su disciplina como directora también le hace comprender que hay cosas que se escapan de sus manos, instantes en los que el periodismo sólo es una fachada en un set televisivo. Al final, los peces gordos son los que maniobran las cuerdas y hacen hablar a los títeres dictándoles tras bastidores qué cosas deben de decir y cuándo hacerlo. Moon Ho jamás pretendió caer tan bajo como su hermano, por eso resulta exquisito el gesto de repulsión que se le pintó en la mirada cuando los poderosos, escondidos en las tinieblas de sus propias ambiciones, le invitan a formar parte de la vida política de Seúl.

Kim Moon Shik tiene dos debilidades remarcadísimas desde el principio: su testarudo hermano menor y la mujer a la que más amó en la vida, Choi Myung Hee. Quizá, si el Anciano no le hubiera lavado la cabeza siendo muy jovencito, la inteligencia y la paciencia de este señorón habría conseguido mantener viva la llama de aquellos chicos de los 80’s que desde las trincheras radiofónicas le daban voz a los periodistas silenciados, esos que se revelaban de manera directa ante el agravio de la censura, a pesar de que él nunca fue una voz activa dentro de la misma. Moon Shik es un personaje por sí mismo complicadísimo, mi hermana y yo llegamos a debatir si era una víctima de las circunstancias o un ciego mental incapaz de percibir el dolor que con el paso del tiempo llegó a infligir en otros. Sin embargo, hubo ciertas ocasiones en las que su estoicismo se desmoronó a pedazos (al ver las visiones de sus antiguos camaradas, al ser abandonado por su esposa, al recordar a la niña que dejó perdida, etc), momentos como ese me llevan a pensar que muy en el fondo todo lo que hizo después de los eventos trágicos del 92 fueron guiados tanto por el miedo como por el amor que le profesaba a esas dos personas. Lo que vendría después sólo sería una plataforma para tener todo lo que soñó y todo lo que jamás podría haber imaginado: poder, renombre, reputación, dinero.

¡Chae Young Shin es una chica estupenda! Dejemos de lado su mediocridad en el ámbito periodístico y esa devoción casi religiosa que siente hacía Oriana Fallaci mientras trabaja para la prensa del corazón de un periódico en línea de quinta. La niña la ha pasado fatal en la vida pero aun así se las arregla para sacudirse aquellos recuerdos que le empañan su infancia, salir ahí afuera para sonreír todos los días y de paso cantar como si mañana no volviera a salir el sol. Es un gustazo también conocer sus debilidades, sus temores y sus dudas sencillamente porque eso la hace más humana a los ojos de los espectadores. Es una persona que siente el deber moral de proteger al débil cuando la situación lo amerita, aunque ella misma se esté hundiendo de miedo, y hay que reconocer que eso también tiene su épica. Además, la relación que mantiene con su padre adoptivo y sus tíos-ex convictos-criminales es muy chula.

Seo Jung Hoo es todo lo contrario a Young Shin. Si ella creció con la idea de que sus padres biológicos la botaron cuando sólo tenía seis años, Jung Hoo tuvo que lidiar con la noticia de saber que su papá se había suicidado más o menos cuando tenía la misma edad. Un día fue abandonado por su dolida madre y al poco tiempo su abuela murió. La pasó fatal en la escuela y terminó encerrado en un reclusorio juvenil donde después de salir fue acogido casi por la fuerza por un antiguo camarada de su padre Ki Joong Jae (¡personaje inolvidable!), quien lo entrenó en defensa personal y en otras áreas que posiblemente rayaban la ilegalidad en el país sólo para ¿adivinen qué? Abandonarlo un día, tal y como lo hicieron los demás. A los veinte años se convirtió en Healer, el mensajero nocturno más reputado dentro del negocio.

Un punto a favor es el hecho de no haber convertido la relación de Kim Moon Ho, Chae Young Shin y Seo Jung Hoo, en un paupérrimo triángulo amoroso. Eso sí me hubiera hecho rechinar los diente y patalear de rabia. Por suerte mantuvieron a la pareja muy apartada del periodista, que dicho sea de paso fungía muy bien como hermano mayor desde que eran pequeñitos, lo que le daba un gesto de simpatía cada vez que aparecía con ellos, procurando su bienestar e imponiendo un límite infranqueable al primero que intentara ponerles un dedo encima. Sobra decir la fabulosa mancuerna que formaron los tres con la misma jefa de Healer, Jo Min Ja, cuando sus verdaderas identidades ya habían sido reveladas. Min Ja se lleva el protagónico cuando aparece en pantalla. Sí, quizá iba por la vida haciendo los clichés más trillados de los hackers de la ficción, pero el hecho de que siempre tuviera un sushi en una mano y en la otra un estambre para bordar le añade los quince mil puntos de originalidad que ya quisiera gozar actualmente cualquier pirata cibernético retratado en la televisión.

Al final, todos terminan importándote; los del pasado y los del presente. Como mencioné antes, me hubiera gustado una clausura más cerrada, donde se supiera a ciencia cierta qué pasó con el Anciano y Los Agricultores; quizá una pista de cuál es el futuro de personajes tan entrañables como la misma Min Ja o Dae Yong, la ayudante de Healer que tenía un potencial tremendo a pesar de su juventud y lo infravalorada que sentía la pobre sabiendo que era capaz de muchísimo más. Quiero creer que Myung Hee será muy feliz ahora que conoce el paradero de su hija y sus ataques epilépticos no volverán más. Le deseo un final bonito a Dong Won, el policía cibernetico que soñaba con cazar a Healer que, por muy insufrible que se tornaba a veces, merece un futuro donde se le dé reconocimiento que se merece y no cargue con culpas tan fuertes como las que aun persiguen a Min Ja. Todo el equipo de Someday News también debería de llegar lejos, quizá se convierta en una sección noticiera fresca y veraz cuya perseverancia les consiga un buen status entre los noticieros del país y sus colegas periodistas. Se merecen una reputación así después de toda la explotación laboral que vivieron por parte de Moon Ho.

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Completed
Descendants of the Sun
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Aug 26, 2019
16 of 16 episodes seen
Completed 0
Overall 8.5
Story 8.0
Acting/Cast 8.0
Music 9.5
Rewatch Value 9.0
This review may contain spoilers
Es de agradecer que la serie no nos muestre el idílico romance entre un soldado y una civil con una seca perfección del deber y esa lealtad a su país de por medio, sino que se atreva a ir más allá y presentarnos a dos polos opuestos cuyas profesiones hacen disparar la flecha del mutuo entendimiento en distintas direcciones.

Esa ambigua travesía entre la vida y la muerte, entre salvar a un ser humano o acabar con él, es lo que define a estos dos frente a sus propias posturas.

Shin Jin podrá tener el código militar muy arraigado en las venas, vistiendo el uniforme con un patriotismo tosco y contundente, pero también tiene un sentido del deber que se aleja de sus superiores para rendirle cuentas a la sociedad que ha jurado defender. En un principio, a Mo Yeon le cuesta un poco ver esto porque gran parte de su carácter está sumergido en este estoicismo marcial que tanto se esfuerza en vestir, y no se le puede culpar en lo absoluto: como militar ha aprendido a callar su trabajo para conservarlo en un hermetismo sepulcral; y eso es lo primero que choca con ella.

También era bastante palpable desde un principio que la doctora no entendería la encrucijada de saberse defensor de la paz desde la comodidad que se respiraba en Corea del Sur y ahí es donde entra la ficticia nación de Uruk, un país ubicado en algún punto de la península balcánica —de tintes de medio oriente con arquitectura griega— donde ambos se reencuentran después de estar casi un año separados. El jeque árabe sería el primero de varios casos que se presentarían en ese lugar durante un puñado de semanas y que le darían a Mo Yeon la oportunidad de presenciar en primera persona lo que Shi Jin no le puede decir con palabras. Y de paso le serviría para entender por fin que la vida no puede ser definida en blanco y negro; que no vivimos en un mundo de dimorfismo donde sólo existe la maldad y la bondad; donde tendría que tomar decisiones poco agradables que afectarían a algunos para asegurar la supervivencia de otros, y el corazón se le quedaría en un puño cuando existieran situaciones donde un diagnóstico en medio de una catástrofe significaría la sentencia de muerte para una persona.

Y es que Kang Mo Yeon es transparente como el celofán, terca como una mula y con un carácter muy definido por su posición. Conocemos sus ambiciones, su lealtad desmedida al juramento hipocrático, sus planes a futuro y su reticencia de caer enamorada de Shi Jin sabiendo que cualquier misión secreta le puede costar la vida. Le vemos estallar en furia frente a su superior cuando le demuestra que el status quo de una familia es más importante que la experiencia aprendida dentro del quirófano y observar con suspicacia a la chica que le robó al novio jamás correspondido en su etapa universitaria. Para cuando llega a Uruk ya no hay cosa que nos sorprenda de ella pues le hemos leído la cartilla en su tierra natal y nos gusta.

Sin embargo, hay un punto en el que Yoo Shi Jin cuestiona por primera vez todo aquello por lo que ha luchado, y esto sucede cuando se topa con David Agus, un antiguo camarada estadounidense que desertó del ejército para convertirse en el líder de un grupo delictivo que merodea por la zona. Quizá el golpe no sería tan fuerte si en el pasado Shi Jin no hubiera arriesgado su seguridad para rescatar al soldado Ryan en aquella misión suicida donde su superior terminó acribillado por el fuego cruzado del enemigo. Esa ingenuidad innata en un alma tan pura es lo que le impide comprender que la vida a veces depara golpes difíciles; que hay personas que no nacieron para ser soldado; que el patriotismos no se puede comprar ni aparentar y que un acto de bondad en un mundo de bayonetas y misiles jamás se pagará con una firme fidelidad a tu bandera, seas de la nación que seas. Y él lo tuvo que aprender de la manera más cruel posible. La desilusión de saberse traicionado tarda lo suyo en salir a flote, pero cuando lo hace se exhibe como una ira contenida que lo domina por dentro, detonado también por el secuestro de Mo Yeon a manos del bastardo de Agus. Shi Jin sabe que no hay persona más peligrosa que un soldado sin patria y, si bien, disparar el gatillo le corroe la conciencia, también le sirve de catarsis para expulsar sus propios demonios; para volver a ser una persona de honor en esas dos horas de incertidumbre que le fueron concedidas.

Y también está la pareja secundaria: Seo Dae Young y Yoon Myung Joo. La peculiaridad de este par de tórtolos es que son una especie de Romeo y Julieta que los hace más irresistible conforme su historia se nos va revelando. Ambos son militares, pero ella es de un rango mayor que él, además de ser cirujana e hija de un importante general que no ve con buenos ojos que su retoño termine liada con un soldado que no hace tiempo andaba por las calles de la ciudad metido en una pandilla. De hecho, el papá no duda en conseguirle un pretendiente que esté a la altura de sus expectativas milicianas (que son muchas y son grandes) y así, muy a la vieja usanza, le pone de frente con el capitán Shi Jin para que terminen “juntos” en una relación que no se la creen ni ellos. Aquello termina siendo un triángulo amoroso bizarro que raya la ridiculez y la ternura porque Shi Jin es el mejor amigo del sargento mayor y tiene una relación muy fraternal con la teniente primera desde tiempo atrás. Además, él también los quiere juntos, por lo que su función como intermediario es, más o menos, neutralizar el campo de batalla para que estos dos confiesen su amor a rajatabla en lugar de darse golpes de pecho cada vez que se tienen en frente.

Ya su reencuentro en el hospital nos deja sudando en frío por la tensión tan sofocante que se respira, pero también por la dureza de ella y la rigidez de él. Tanto la doctora como el sargento poseen una coraza de hormigón propia de cualquier soldado, pero es tan diáfana que es posible asomarse entre esas capas de entereza que intentan mantener a pesar de la disconformidad que los consume por dentro. Seo Dae Young es el de la actitud sumisa, perceptiva y obediente hasta el tuétano y por eso Myung Joo no duda en usar su rango para llamar su atención, para hacerle espabilar un poco y para que abandone esa apariencia robótica y castrense que le empequeñece más de lo que debería. Pero ella es todo lo opuesto a él; tan vivaz como testaruda e inteligente. Sabe lo que quiere y conoce los medios para conseguirlo, a pesar de que siempre tiene a su padre —con sus tres estrellas sobre el hombro— pisándole los talones. Tampoco podemos despotricar contra el señor y la idea de bienestar que tiene para su hija; ya sabemos que en el ejército los rangos cuentan (y mucho) para establecer firmemente tu expediente y de paso tu reputación. Que una doctora cirujana se enrolle sentimentalmente con un simple sargento le parece una chapuza grotesca tanto para él como para su familia. A Myung Joo ese juicio sobreprotector le da unos altibajos tremendos a lo largo de todo el drama que alcanzan un punto crítico cuando ella agoniza en Uruk y rematan en el momento que cree muerto a Dae Young.

La suya fue una historia de amor que se sobrepuso a las decenas de obstáculos que se encontraron en el camino. Su evolución es palpable desde el comienzo y aunque tuvieron sus retrocesos éstos jamás se aglutinaron más de lo necesario. Fue una pareja que tuvo que aprender a respetarse por su condición de humanos más que por ser soldados, y lucharon (cada quien a su manera) para entenderse mutuamente en medio de esa fragosidad que les obstruía los sentimientos. Aun siendo polos opuestos se las arreglaron para inventarse cada quien su lugar en esa relación tan peculiar como radiante. Disfruté mucho viendo su constante evolución, y la química entre los actores servía para que esos diálogos francos que se escupian en la cara cada vez que se veían fueran tan irresistibles para ellos como para los que los escuchábamos.

El resto de los personajes tampoco tienen desperdicio. Era bastante evidente que algunos sólo estaban ahí para llenar huecos en el guión pero también que hubo otros cuyo papel era más importante. El cirujano Song Sang Hyun y la jefa de enfermeras Ha Ja Ae fungieron como una tercera pareja protagónica que también tuvo sus momentos de lucidez, sobre todo por la obstinación de ella para no sucumbir a la carismática personalidad del doctor, que igual le hubiera besado los pies con una palabra suya. La crisis existencial de Lee Chin Hoon durante su voluntariado también tuvo su epopeya. Empecé a creer que su desequilibrio mental lo iba a dejar en una eterna depresión que le haría abandonar la medicina, pero por suerte logró superarlo y regresar a Corea para estar al lado de su prometida durante el nacimiento de su bebé, y portar la bata blanca con orgullo por mucho tiempo más.

La dirección ha sido una preciosidad y ciertos episodios tienen unos planos tan hermosos que me he quedado embobada en más de una ocasión mientras retrocedía el streaming para ver la escena mucho mejor. Grabar en el extranjero fue un plus total porque permitió mostrar escenarios con unos paisajes naturales de ensueños (esos muy característicos de las islas griegas) además de enseñarnos ciertos aires distintos a los que este tipo de series nos tiene acostumbrados. Una mención especial a la playa Navagio con ese imponente esqueleto barquero que sirve como telón de fondo para la historia de los protagonistas por su gran valor sentimental.

Shi Jin y Dae Young son soldados hechos y derechos, su lugar está ahí, entre las barracas, los helicópteros y los cuarteles; entre las calles de su país y las zonas de guerra. Abandonar la lealtad a su patria sólo para quedar bien con sus novias me habría resultado ridículo porque también ellas están comprometidas a sus vocaciones. Por suerte, ese año de ausencia les enseñó a ambas parejas a sobrevivir por iniciativa propia, aun en las peores circunstancias, y para entender que su sacrificio personal siempre será gratificado por el bienestar de la gente, “en cualquier lugar de la Tierra. Y siempre bajo el mismo sol”.

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Completed
Clean with Passion for Now
0 people found this review helpful
Aug 26, 2019
16 of 16 episodes seen
Completed 0
Overall 7.5
Story 7.0
Acting/Cast 8.0
Music 7.0
Rewatch Value 6.0
Clean With Passion For Now es un drama para pasar el rato y poco más. No consigue ser grande ni pretende serlo. Lleva consigo los clichés típicos de este tipo de series, pero está lejos de ser un mal drama. Sí es verdad que el guión se desinfla allá por la recta final y hubo ciertas cosas que pudieron ser manejadas de otra manera, pero en series así es bastante común recurrir a un poco de sufrimiento y retroceso para llegar al 'Happy Ending' que ya sabemos de sobras que nos regalarán.

La pareja protagonista me ha gustado; me parecieron bastante bien aunque por momentos sus personalidades lograban exasperarme un poquito y ganas me sobraban de darles un zape para que espabilaran un poco xD. Los personajes secundarios son entrañables, y eso, en parte, consigue levantar los episodios cuando comienzan a decaer. Hay escenas muy graciosas, eso sí, y una que otra carcajada por ahí y por allá sí está asegurada.

Drama recomendado para quien quiera pasar un buen rato sin sufrir tanto en el proceso o esté hambriento de finales felices y relaciones cuquis al por mayor.

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Ongoing 26/50
The Untamed
0 people found this review helpful
Aug 26, 2019
26 of 50 episodes seen
Ongoing 0
Overall 10
Story 10
Acting/Cast 10
Music 10
Rewatch Value 10
This review may contain spoilers

Wajib nonton

Ini benar-benar sangat menarik untuk di tonton, semua yang di tampilkan benar-benar luar biasa. Dari cerita nya ini di adaptasi dari beberapa novel, salah satunya ada dari novel BL. Wei ying dan wang ji benar-benar memerankan peran nya dengan sangat baik. Wang ji yang sangat dingin sikap nya membuat dia berwibawa dan berkarisma. Namun saat berhadapan dengan wei ying dia selalu menurunkan pandangan nya, terlihat bahwa wang ji menyukai we ying, dan ternyata mereka saling menyukai. Wei Ying yang sangat aktif dan humoris membuat cerita ini semakin berwarna. Berharap mereka bisa bersama selamanya dan hidup bahagia.. Musik nya sangat bagus, feel nya dapet banget..enak banget di denger nya. Overall sejauh episode yang sudah aku tonton sangat menarik dan aku akan menonton sampai habis. Terima kasih

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Completed
Guardian
0 people found this review helpful
Aug 25, 2019
40 of 40 episodes seen
Completed 0
Overall 8.5
Story 10
Acting/Cast 8.0
Music 9.0
Rewatch Value 7.0
Sebenarnya saya ini dilemma. This drama could do better!
Untuk alurnya bagus, dan tenang! Bagi yang gasuka BL, produsennya keep it bromance! Saya suka sampai pas puncaknya, kayaknya endingnya terlalu rusuh. Mungkin karena diburu waktu dan biayanya kurang? Entahlah. Tapi bisa lebih baik menurut saya.
Castingnya oke!!! Pas banget buat characternya dan dapet feelnya.
Musiknya pun pas. Seneng saya dan dagdigdug gitu kalo pemeran utamany dn ZYL udah muncul dan berduaan, lol.
Rewatch? Maaybe lebih condong ke no sih. Gantung dan rusuh endingnya, aku kurang suka. Atau mungkin di novelnya memang begitu? Saya belum selesai baca soalnya. Belum complete ditranslate ke inggris haha. Dan seingatku MLnya harusnya lebih dark dari yang di LA, but its okay~
Overall it's good but it could be better. Tapi karena novel BL jarang dijadiin LA dan saya kepo jadi deh nonton hehehe. Dan CGInya omg saya belum terbiasa kali ya jadi menurut saya its so baad xD. Dan lumayan juga 50 episode, harus tahan dengan cginya yg kurang mulus hehehe.

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Completed
City Hunter
0 people found this review helpful
Aug 25, 2019
20 of 20 episodes seen
Completed 0
Overall 7.0
Story 7.0
Acting/Cast 7.0
Music 7.0
Rewatch Value 4.0
This review may contain spoilers
Lee Joon Hyuk como el fiscal caído del cielo que destapa la hediondez donde se embadurnan los que gobiernan es probablemente uno de los que mejor se adapta a su papel, junto con Kim Sang Jung, que se lleva el número del villano de la historia, un soldado hundido en desgracia después de haber sido traicionado por la patria que juró defender. Porque Steve Lee es un pesado, así sin más. Si hay algo que hace a un villano interesante no es precisamente su nivel de maldad o lo que es capaz de hacer para lograr su objetivo, sino los motivos ocultos detrás de su malícia. Steve Lee se pasa esto por el forro y nos regala una nula intriga durante todo el show porque en cada episodio tiene que recordarnos por qué motivo está haciendo lo que está haciendo y la razón por la que no puede abandonar el camino que durante casi treinta años lleva delineando.

Tardé un poquito en engancharme a la serie, pero a partir del séptimo episodio caí rendida a su pies con aquel disparo que retumbó en todo el edificio. El final del noveno también estuvo soberbio. Por desgracia, sentí que a partir del décimo episodio, no decae, sino que se estanca en una trama que tarda muchísimo en avanzar y eso desinfla la línea argumental en todos los sentidos, se paralizan muchos caminos que deberían avanzar y ciertas subtramas se quedan en nada (como el coma del papá de Na Na, del que ya no sabemos nada sino hasta llegar al final).

Lee Young Sung y Kim Na Na son la pareja protagonista de esta serie... pero vaya melodrama, oye. Tuvieron sus escenitas (dos/tres) que me parecieron bonitas y tiernas, y de ahí en fuera todo se quedó muy seco. Para la recta final resulta insoportable verles compartir una escena porque todas están para cortarse las venas, empacar las maletas y huir a Tailandia a venderle droga a tu abuela. Si hay algo que me mantuvo viendo la serie durante sus primeros episodios fue precisamente la relación tan punzocortante que tenían. Porque su inicio fue bueno —algo retorcido pero bueno— y el hecho de saber que Young Sung tenía prohibido enamorarse le daba al asunto esa tensión lo suficientemente firme como para imaginar a dónde nos llevaría la relación de ambos. Pues no, como dije: todo se quedó en nada. Esta pareja jamás brillo. El problema no fueron los actores, que dieron todo lo que tenían para ofrecer, sino que el guión no daba para más. Cuando se estanca la serie se estanca también la evolución de los personajes (si es que alguna vez la hubo); la relación, que en un principio parecía tierna, se transforma en un escenario exasperante, donde nunca pueden estar en sincronía porque él dice una cosa y hace otra, o viceversa.

EL GUIÓN. La trama es buenísima, da para exprimirla hasta el cansancio y sacarle muchísimo jugo, pero a los guionista se les murieron las ideas antes de tiempo y casi la mitad de la serie de transformó en algo innecesario. Aunado a eso, la evolución de los personajes es nula; de hecho, en el caso de Young Sung retrocede bastante conforme la situación es crítica y la recta final se comienza a vislumbrar, más o menos al tiempo que se entera de quién es en verdad él, la historia de sus padres y las motivaciones de Jin Pyo para convertirlo en su discípulo asesino. Es algo triste de ver porque la que paga los platos rotos es Kim Na Na y uno no anda precisamente de humor para tolerar esos diálogos chirriantes y contradictorios de Young Sung.

Ésta, creo yo, es otra errata en el guión: Hay cinco rostros responsables de la reprochable Operación Barrido. Todos ellos prosperaron y lograron puestos importantes, y son precisamente estas personas las que Young Sung tiene que aniquilar. Vale. Pero de estas cinco figuras existen dos, creo yo, que debieron acaparar a las otras tres porque resultan importante para el trío protagonista de la serie: Kim Jong Shik (padre del fiscal y responsable directo del accidente de los padres de Na Na) y Choi Eung Chan (Presidente de la República y de paso el padre biológico de Kim Young Sung). Pues bueno, el drama comienza con un ritmo compartido: cada ciertos episodios caía uno de los cinco y de verdad esperaba que el ritmo frenara un poco con estos dos individuos para profundizar más en sus pasados tan turbulentos. El padre del fiscal tuvo sus momentos, no lo voy a negar, pero el que se robó la vela en este entierro fue precisamente Chun Jae Man (¿quién?) un monopólico empresario que se adueñó de media Corea y de paso de la otra mitad de la serie. Hasta el sol de hoy no asimilo que le hayan dado tantos episodios a este hombre y sólo uno, UNO, al personaje más soberbio y magnífico de todo drama: el presidente Choi Eung Chan.

Choi Eung Chan viene a demostrarnos que la corrupción también puede ser cometida por un pan de dios. El carismático presidente tiene su toque de ternura y simpatía además de un aro de honestidad que lo convierte en un personaje sobrio, tímido y entrañable. Como espectadores nos cuesta entender que alguien como él se haya manchado las manos de sangre o haya recurrido al soborno para promover campañas políticas o aprobar una ley que beneficiaría a todos los universitarios del país. Incluso nos hace cuestionar si ciertas corrupciones son mejores que otras; algo que encara el propio Young Sung cuando se infiltra a su casa en busca de evidencias. Magnífico hubiera sido que le aportaran más tiempo del que le dieron para exponer sus ideas y convicciones y de paso para darnos una cátedra de por qué en la política a veces se recurre a atajos para lograr un bien mayor.

Hay algunos secundarios que vale la pena mencionar: Bae Shik Joong como el cocinero-comprador-compulsivo que es tan adorable como simpático, Da Hye (la hija del presidente) que comenzó siendo una niña mimada y caprichosa para dar el salto a la joven responsable y trabajadora que vemos al final; Lee Kyung Hee, señorona que jamás pudo superar el secuestro de su bebé y que al parecer la vida siempre se ha ensañado con ella de manera bestial pero se las arregla para salir adelante; los vecinos pequeñitos de Na Na que también tuvieron su odisea, o los colegas de los protagonistas en la Casa Azul y los subordinados del fiscal, y la mano izquierda de Steve Lee. Estrellitas para todos.

ES UN BUEN DRAMA. El hecho de que sea una serie de acción evita que resulte aburrida; siempre hay una escena que se roba cada episodio y que sabe explotar el potencial de la trama. Nunca faltan las piruetas en el aire y las patadas giratorias para aplaudir frente a la pantalla y apoyar al City Hunter frente a los villanos (o frente a su propio maestro). A su favor, y al de sus fans más leales, podría decir que no es mi tipo y no me imagino volver a verlo jamás en la vida —así de pasable me pareció xD— pero de que tuvo sus momentitos épicos los tuvo. El final me supo predecible e insípido pero tampoco es que pudiera ser distinto. Los últimos dos minutos sí que me hacen sentir pena ajena por la pareja protagonista porque, asumo que a la larga quedaron juntos, pero ese encuentro cuquis en el aeropuerto y luego Young Sung quemando llanta él solito por las calles de Seúl me dejó cuatrapeada y confusa porque no sé qué mensaje intentaron darnos con eso.

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